El mercado sociosanitario ha cambiado mucho en los últimos 20 años. La tecnología analógica ha ido dejando paso, poco a poco, a los sistemas basados en tecnología IP. Las comunicaciones por voz se han impuesto a los sistemas de señalización meramente visual. Conceptos como dignidad del usuario, usabilidad, libertad de movimientos, etc, han impuesto las “normas” de los sistemas a implantar en centros para mayores.

Y, sin lugar a dudas, la gran pandemia del siglo, la irrupción del Covid-19, ha impulsado ideas que estaban en ciernes, pero que no acababan de despegar. Las situaciones complicadas hacen que crucemos el Rubicón de las tecnologías, en busca de orillas más fiables. La tecnología ha demostrado ser una herramienta realmente valiosa para impulsar conceptos como calidad asistencial, eficiencia en los trabajos, seguridad del dato, seguridad de los residentes y trabajadores, gestión eficaz de los recursos, etc.

Durante los últimos dos años se han impuesto los sistemas que basan su propuesta de valor en la digitalización de procesos. No se trata de gastar más, sino de gastar mejor. La tecnología es ahora asequible para cualquier centro que quiera acometer una inversión en sus instalaciones y sistemas. Los modelos de negocio viran hacia el alquiler de servicios, en lugar de la compra de equipamiento. Las nuevas tecnologías aterrizan casi sin haber madurado en otros sectores. Ya hablamos de IA, blockchain, IoT e incluso de realidad virtual, como tecnologías incluidas en algunos servicios que se prestan en residencias.

Y dentro de este escenario de continuo cambio, ISECO no ha sido un mero espectador más. En los albores del presente siglo, la tecnológica valenciana impulsó el uso de tecnología de teleasistencia en el hogar, enfocada a dar servicios en las residencias. Posteriormente ideó y diseñó el que ahora es el software más extendido en el mercado sociosanitario. CALAS era una propuesta valiente, de integración de sistemas dentro de un mismo aplicativo. La posibilidad de que los sistemas existentes en una residencia pudieran cooperar entre sí para lograr una mayor eficiencia del sistema global, parecía una carretera sin salida. Hoy nadie concibe que las alarmas de un sistema paciente-enfermera no estén integradas con la telefonía del centro e incluso con el control de accesos, o que un sistema de control de errantes no permita interactuar con las cámaras de un centro o de nuevo con el control de accesos o las comunicaciones.

También desde ISECO se impulsa la digitalización de los centros sociosanitarios como una propuesta de valor realmente interesante. La cooperación entre sistemas hace real esta digitalización, no dejando ningún resquicio a los sistemas analógicos o al papel.

En la actualidad CALAS está presente en unos 800 centros sociosanitarios y más de 90.000 usuarios trabajan con la aplicación. El nuevo reto pasa por mantener el nivel de innovación, incluyendo el modelo de negocio. Las residencias deben percibir los sistemas ofertados como un servicio que les ayuda en su día a día y no como una inversión solamente medible por el precio de la adquisición. Estamos tratando de imaginar lo inimaginable.